La Zona - Entrega Final
La luz como el umbral de la intimidad Una muchacha termina un día largo, apaga la luz para evitar el dolor de cabeza, apenas se prepara para la cama pero se acerca a ella, se sienta y prende la lámpara para no caer de inmediato dormida, para seguir, obnubilada, su rutina. Es hora de ingerir algo de líquido. No hay reflexión ni movimiento pensado. Está solo ella y su accionar. Un muchacho pasa su sábado solo, acomodado en su monoambiente y en el disfrute del silencio y luz tenue. No tiene cigarro en mano, solo un encendedor y juega con este. Está solo porque quiere y se divierte, el ir y venir de las personas le parece divertido, así como incendiar un pequeño espacio de aire por un par de segundos. Para una señora, la luz es más bien parte de un ritual. Sosegada, en su hogar, prepara la mesa y enciende la velas, ya tiene posicionada su biblia y toma asiento. La luz la acompaña en su transición mística. ...